Entre la tradición y la modernidad
En la Ciudad de México, la implementación de una serie de servicios urbanos que sucedieron en la década de 1920 como las instalaciones de luz eléctrica, el uso de gas y petróleo en lugar de carbón y el gran logro de entubar el agua potable, impulsaron las nociones de higiene y confort, esenciales en la concepción de una vida moderna. La cocina seguía siendo el centro del hogar pero poco a poco, fue abriendo sus puertas al progreso.
Sin embargo en México, la fuerte impronta de la gastronomía tradicional hizo que las familias que buscaban una vida moderna, tuvieran que optar tener dos tipos de utensilios en la cocina: aquellos que hacían la labor en la cocina más organizada y funcional y los que de alguna manera les permitían seguir conservando una identidad nacional. Así, las cocinas mexicanas de la clase media eran híbrido que se debatía entre la tradición y modernidad, con licuadoras, planchas, refrigeradores, estufas de gas, incineradores de basura pero también con molcajetes, metates y comales.