Pulque Industrial
Alexander von Humboldt documentó que, en 1802, el consumo de pulque entre las clases bajas y medias de la Nueva España era de 44 millones de botellas y lo describía como una bebida muy nutritiva ya que “a causa de su principio azucarado, no se descompone” y mencionaba que “tomado con moderación es muy saludable porque fortifica el estómago y favorece las funciones del sistema gástrico”.
Muchas de las fortunas de las familias Porfirianas provenían de la producción del pulque, una de las principales industrias de la época. Durante el siglo XIX, el pulque fue considerado como un artículo de primera necesidad, traído diariamente a la Ciudad de México desde el Valle de Apan, comprendido por municipios de Hidalgo, Tlaxcala, Puebla y el Estado de México.
A lo largo de la historia, han existido numerosos intentos por industrializar y embotellar el pulque, como la patente No. 645,520otorgada a Antonio J. Carbajal en 1911 por el Gobierno estadounidense, sin embargo, han resultado frecuentemente siempre fallidos, ya que las propiedades organolépticas de la bebida lo impiden. La producción del pulque permaneció casi artesanal, desplazada en el siglo XX por la industria cervecera.