Autoridad electoral
En los últimos treinta años, la operación de las casillas y el cómputo de los votos ha pasado del control absoluto del gobierno, a manos de los ciudadanos. En México, la organización de las elecciones es manejada por un órgano autónomo gobernado por un Consejo ciudadano y el país ha logrado construir un competitivo sistema plural de partidos.
Este sistema electoral se ha construido en un panorama de intenso deba- te público y a partir de una profunda desconfianza social en los actores políticos, lo que ha derivado en que la autoridad electoral, encarnada en el INE, se vea obligada a cumplir con una serie de complicados canda- dos y procedimientos, no sólo para garantizar el respeto al voto, sino para convencer a una ciudadanía profundamente desconfiada de toda autoridad. El INE además debe cargar el enorme peso de vigilar que los partidos cumplan con la legislación electoral y de acreditar la identidad de los ciudadanos, garantizar un padrón electoral confiable, procurar mínimos de equidad en la competencia entre los partidos, vigilar que los contendientes no rebasen los topes de campaña aprobados por el Congreso, capacitar a los ciudadanos para operar las casillas y contar los votos.
Además de organizar el funcionamiento del proceso electoral, el INE tiene la misión de fomentar la cultura democrática de los mexicanos.