Pulquerías
“¿Por qué los de chaqueta, y los que ni aun eso usan, no han de poder tener su pulquería, como los aristócratas su borrachería, en donde haya mesas, y sillas, y periódicos, y música, y tertulia?” La Orquesta, México, sábado 18 de julio de 1868.
Las pulquerías han sido espacios de esparcimiento popular y desfogue desde la Colonia. Según cuenta Hernán Cortés en sus cartas a Carlos V, ya los aztecas tenían casas en las que “daban de comer y de beber por precio”, incluyendo el consumo de pulque por medida, bajo estrictas leyes que prohibían la embriaguez.
Es sólo hasta los tiempos coloniales cuando el consumo de pulque se vuelve masivo, ya sin las prohibiciones religiosas de tiempos prehispánicos. Las pulquerías fueron uno de los pocos espacios de esparcimiento y diversión para las poblaciones populares en el México antiguo, tal y cómo se describe en Memorias de mis tiempos de Guillermo Prieto de 1910: “Imposible de describir el griterío, el barullo, el tono de tumulto de la pulquería, gritos, silbidos, riñas, retozos, lloros, relinchos, rebuznos; todo se mezclaba a los cantos del fandango y al sonoro ¿dónde va lotra? del jicarero.”