Atole
El atole es una de las bebidas mexicanas más antiguas, tradicionalmente preparada con harina o masa de maíz cocida en agua y endulzada con miel, piloncillo o azúcar. Se suele saborizar con distintos ingredientes y especies aromáticas, tales como la canela, el chocolate, la vainilla, el anís, las hojas de naranjo y jugos o pulpas de frutas. Existen también atoles hechos de harinas de arroz y trigo. Los sabores del atole varían según la región en la que se producen, desde los atoles de avellana de Baja California o el chileatole del Estado de México, hasta el atole de zarzamora silvestre en Michoacán, sin olvidar el atole blanco de nixtamal de la Ciudad de México.
Fray Tomás Gage en su libro de viajes de 1648, destaca la imposibilidad de la exportación de este producto, pero alaba sus cualidades alimenticias: “(..) es como nuestra leche de almendras, pero mucho más espeso, y se hace con el jugo del maíz tierno o trigo indio, que confeccionan con especias, moscada y azúcar, y que no solo es admirable por la dulzura de su aroma, sino mucho más confortante y nutritivo para el estómago. (…) no es ésta una mercancía que pueda transportarse, sino que se ha de beber donde se hace.”. Desde tiempos prehispánicos el atole ha sido una opción importante de nutrición para los mexicanos.