“No recuerdo cuántas veces terminamos, cuantas regresamos…”
Aquí otra de las historias que nos llegan por mail.
Gracias a todos los que participan.
La conocí en junio de 2010 lo recuerdo perfectamente, a partir de ahí, comenzamos a escribir nuestra historia, de casi tres años. Una historia intensa, llena de idas y vueltas, esperanzas, anhelos, sueños, mentiras, verdades (tal vez), tristezas, engaños, resentimientos (no sé si odio, también) y desde luego de amor (alguna vez existió, lo recuerdo) ¿se pueden sentir tantas emociones por una persona? yo lo sentí. No recuerdo cuántas veces terminamos, cuantas regresamos, lo único que sé es que nunca estuvimos en el mismo lugar, en el mismo tiempo, nunca estuvimos juntas ¿por qué no terminábamos? Porque estábamos enfermas, porque creía que después de ella no habría nadie más, no habría vida, eso me hizo creer con sus chantajes, con sus mentiras, con un mundo irreal, con una persona que fingió ser durante tres años y hoy no es.
Mi “conejita”, “mi venada”, así me decía, solíamos ser “conejitas”. La última vez que cortamos fue en mayo del año pasado, la busque en junio, “íbamos a regresar” (pasaron muchas cosas, personas, en el camino) la vi hasta enero de este año. Todo estaba mal, creo que cada día era peor, nunca me reto intelectualmente, nunca me complemento emocionalmente, nunca me lleno físicamente, hoy no lo iba a hacer.
Llegué a su casa un jueves por la noche con una conejita la llamamos “Vanby Merlina” (Vanby, juntando nuestros hombres), le dije que no podía más y que era momento de dejarla ir, que le deseaba lo mejor, que era mi primer y único amor (hasta hoy), lloramos, nos abrazamos, le dije que “Merlina”, significaba el termino de nuestra relación, era lo más representativo (una conejita, su conejita), era mi último regalo. El sábado murió la coneja, creo que como símbolo de aquél amor que alguna vez existió y que nunca pude volver a sentir.
Hoy ella esta con alguien más, creo que está bien, por lo menos no tiene que mentir y fingir para ser “aceptada”. Yo hoy no estoy con nadie, pero sé que hay vida después de ella, una vida mucho mejor, una vida real. Me siento feliz, sí, sin ella.
Si hoy tuviera que decirle algo sería lo que Frida le dijo a Diego en el hospital cuando le van a amputar la pierna: “…te escribo para decirte que te libero de mí, vamos, te “amputo” de mí, sé feliz y no me busques jamás. No quiero volver a saber de ti ni que tú sepas de mí, si de algo quiero tener el gusto antes de morir es de no volver a ver tu horrible y bastarda cara…”