Soy una persona de la tercera edad y como quiero llegar a los 100 años me preparo todos los días para lograrlo. Debido al confinamiento no puedo salir a hacer ejercicio con mis amigas por lo que empecé a caminar en el patio de mi casa. Tiendo a contar todo lo que hago, cuando subo las escaleras cuento 1, 2, 3…cuando voy a la cocina también, así que quería saber cuantas vueltas daba. Entonces empecé a contar mis pasos, 100, 200, 600, 1000… pero me perdía en algún pensamiento o me distraía con un pajarito que pasara volando. Me dije “voy a contar mis vueltas pero necesito algo que me ayude”. Lo primero que encontré fueron semillas de chicozapote pero eran pocas, luego las completé con piedritas de acuerdo a como iba avanzando, hasta que una tarde tropecé con unas tapitas de cajas de leche y hasta ahora ELLAS me han servido para llevar las cuentas de mis idas y venidas.