¿Por qué coleccionar?

¿Por qué coleccionar?

Si analizamos al coleccionismo con los ojos de la psicología más tradicional, la Freudiana, las tres patologías principales que lo definirían son: el fetichismo, la acumulación y el exhibicionismo. El fetichismo condensa en un objeto una pulsión determinada, es un objeto en donde se concentran el deseo y la posesión.  Este deseo siempre definido y construido por la subjetividad del coleccionista. En ese sentido el objeto a coleccionar sería siempre una proyección de su deseo, estas pulsiones pueden ser tan diversas como existen coleccionistas. El objeto de deseo, cómo explicaba Lacan, es un concepto siempre inasible que se adjudica a diversos objetos, casi como un adjetivo y cuándo este es obtenido se vuelca a otro objeto, activando un círculo de deseo y posesión, en donde esta última nunca se logra.

Dentro del mundo del coleccionismo existen distintas ramas y especialidades, siendo el arte y las antigüedades, las más documentadas, existiendo un espectro de colecciones y coleccionistas,  no existe un límite en cuanto al tema u orientación de los objetos coleccionables, siendo siempre reflejo de su compilador. Tampoco existen reglas sobre cómo coleccionar, siendo la especialización y la distinción una cualidad querida por los diversos coleccionistas para sus colecciones. Un caso aparte serían las colecciones institucionales en donde no hay una personalidad individual que defina sus contenidos, más que eso reflejan los intereses o valores que se asocian a la institución, creando identidades institucionales.

Las colecciones muchas veces son valoradas por la cantidad de piezas que las forman, siendo la diversidad una característica muy apreciada.  Uno de los aspectos principales para valorar las colecciones  es su extensión y su diversidad, es importante valorar también  los procesos de documentación, investigación y catalogación, ya que son estos los que definan el valor de la colección, simbólico primero y económico después.

Es hasta el Renacimiento en donde toman forma y relevancia los gabinetes de curiosidades, maravillosas colecciones de objetos fantásticos de las cortes europeas. En estos gabinetes se reunían obras de arte, reliquias históricas, antigüedades, especímenes naturales y objetos fantásticos, que formarían las bases del museo moderno. Son estos gabinetes las primeras colecciones documentadas, donde coexisten pinturas de Giotto con cuernos de unicornios, manuscritos griegos y esculturas romanas, con el fin de mostrar la grandeza y el poderío del reino o la corte en cuestión.    

El exhibicionismo sería esa patología en donde uno obtiene placer al mostrar las partes sexuadas del  cuerpo. Se podría aplicar una analogía del exhibicionismo a los coleccionistas y a sus colecciones como extensiones de sus cuerpos. Siendo la exhibición de las piezas símil a la exhibición de los genitales, provocando el goce.  Los museos serían los lugares donde estas colecciones se muestran, se exhiben más bien, activándose en lo público y la colectividad. Las colecciones adquieren su verdadera relevancia al exhibirse públicamente, ya que es entonces cuando pueden ser relacionadas con otras áreas del conocimiento y las piezas pueden ser descifradas, cumpliendo con una función de sentido, que es en esencia social.

Durante el siglo XVIII, durante la Ilustración surgen las primeras revisiones de los gabinetes renacentistas. Los primeros intentos por catalogar estas colecciones emulan los trabajos taxonómicos de Linneo, intentaban ordenar y dar valor a los gabinetes, siguiendo los criterios de la época. Muchos de los estándares y taxonomías que se establecieron en este período fueron ley para los primeros museos: la división entre Bellas Artes y Artes aplicadas presumiblemente toma forma en esta etapa. La respuesta a la pregunta ¿Por qué coleccionar? sería la preservación, no sólo el resguardo de las piezas, que sería el fin más evidente, sino también la preservación de la memoria. Esta memoria colectiva de las culturas y las civilizaciones genera discursos de identidad, permitiendo entender mejor a las sociedades.  La identidad podría ser entendida como el conjunto de hábitos, imaginarios, cosmogonías, producciones, arte, imágenes, arquitecturas, políticas, ciencias, historias,  entretenimiento, consumo y economías, lo cual forma un retrato social, posiblemente imperfecto y fragmentado que nos habla de lo que somos.

Antonio Soto, 2016.

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