Polvos para la cara

Polvos para la cara

En la antigüedad, las geishas utilizaban polvos hechos a base de arroz para cubrir cara, cuello, pecho y manos. Durante la Edad Media, en Europa ser pálido era sinónimo de abolengo. Hombres y mujeres se desangraban para lograr una piel más pálida en un intento por lucir más aristocráticos. También se aplicaban una gran variedad de productos para aclararse la cara, incluido un polvo blanco hecho a base de plomo y arsénico que envenenó y mató a muchos.

Hoy en día el polvo para la cara es un producto cosmético hecho a base de talco mineral, zinc, almidón de maíz y pigmentos naturales que se usa para emparejar el tono de la piel, suavizar su apariencia y minimizar el brillo producido por las pieles grasas. Normalmente se utiliza en conjunto con una base líquida y los hay de dos tipos: suelto y compacto.

Es habitual para muchas mujeres traer polvo compacto en sus bolsas para retocarse a lo largo del día. Por lo general las polveras traen un espejo por un lado y por el otro una borla para aplicar los polvos.

El polvo para la cara viene en diferentes tonos, para igualar las diferentes tonalidades de la piel. Escoger el tono más parecido al de la piel de quien lo usa ayuda a que el maquillaje luzca más natural y pase inadvertido.

Algunas veces el polvo para la cara contiene ingredientes extras como componentes SPF, que protegen de los rayos del sol.

 

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