México, sede de mundiales
El Segundo Campeonato Panamericano de Futbol, disputado en 1956, fue el primer torneo internacional de importancia celebrado en nuestro país. El éxito fue desbordante: casi 40mil personas sin boleto se apostaban a las afueras del estadio olímpico de Ciudad Universitaria buscando ingresar a cada partido. El caos fue tal, que las autoridades exigieron a Telesistema Mexicano (Hoy Televisa) transmitir los partidos a través de su señal. Los ratings de audiencia se elevaron a niveles insospechados. Se estaba marcando un punto de inflexión en los alcances del balompié como gran negocio y en su evidente impacto a nivel social.
A partir de ese momento la televisión adquirió mayor influencia en las decisiones del fútbol organizado, al grado que el magnate Emilio Azcárraga Milmo y su grupo de colaboradores fueron los verdaderos artífices del plan que trajo a México la Copa del Mundo en 1970. Tan solo 16 años después —y ante la declinación de Colombia— el torneo más importante del futbol mundial regresó a nuestro país en 1986, con el directivo Guillermo Cañedo nuevamente como personaje clave para la decisión tomada por la FIFA.
México no sólo erigió en aquellos mundiales su reputación como país hospitalario, poseedor de una afición entregada y de un gran mercado para el negocio del balompié, sino también como un organizador experimentado de eventos deportivos de gran magnitud. Sin embargo, la inestabilidad económica y el rezago de los últimos años en la infraestructura futbolística han retardado la posibilidad de traer un nuevo torneo de alto nivel a nuestro país, con la salvedad del Mundial sub-17 de 2011.