¿MEXICANO SOMBRERUDO? ¡MEJOR DIME CHARRO PICUDO! La construcción del charro como estereotipo nacional

 

 

Por Alejandro Tovar

¿Cómo crees que son las personas en Nigeria? ¿Cuál es la bebida favorita de los alemanes? ¿Cuándo escuchas tango, no te acuerdas de Argentina?

Lo que pensamos de un país se asocia mucho con los estereotipos nacionales, y estos se han construido de diferentes maneras a lo largo de la historia. Recordando el momento en que se unificó la península itálica, los nacionalistas italianos comentaban: “ya tenemos Italia, ahora hagamos a los italianos”.

En el caso de nuestro país, muchos de los estereotipos que han caracterizado lo “típico” mexicano, tienen su raíz en la primera mitad del siglo pasado.

Después de la guerra revolucionaria que enfrentó México entre 1910 y 1920, surgió una relativa estabilidad política encabezada por un trío de gobernantes sonorenses. Estos presidentes creían que el país no tenía una identidad propia, y pensaban que era necesario conseguirla para evitar mayores conflictos (económicos, sociales, internacionales, y de todo tipo); de esta manera, los funcionarios se dispusieron a crear un estereotipo que englobara a la mayoría de los mexicanos, y que expusiera los valores de una sociedad civilizada y mestiza.

Considerando que la población mexicana se componía principalmente de comunidades indígenas, se determinó difundir las imágenes del charro, la china poblana, la tehuana y el indio tarasco, como el mexicano “típico”; para ello, la naciente Secretaría de Educación Pública (SEP) junto con otras instituciones, se encargaron de propagar a los personajes en las fiestas y actividades públicas.

De los arquetipos mencionados, el que más trascendió fue la figura del charro, a tal grado que hasta la actualidad lo seguimos identificando con “lo mexicano por excelencia”. En la colección del MODO, contamos con una publicación de la década de los treinta, en donde se personifica la estampa de un charro mexicano; si observamos con atención, podemos ver que el hombre representado, refleja a un mexicano mestizo, audaz, varonil, fuerte, vigoroso, sombrerudo, diestro para cabalgar y con una doncella (china poblana) que lo acompaña e idolatra.

A final de cuentas, el estereotipo nacional que se ha difundido del mexicano (y que seguimos reproduciendo en las fiestas, en los partidos de fútbol, y en muchas más actividades), es el de un hombre valiente, con sombrero y que disfruta escuchar música de mariachi. Quizá el charro “típico” no reflecta al mexicano promedio ¡pero vamos! ¿Qué mexicano no quiere ser vigoroso, valiente y simpático?

 

 

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