LABORATORIOS GRISI. Maravillosas curaciones

Por Pamela Ruiz

La historia de los productos de los laboratorios Grisi inicia en el México decimonónico, cuando Giuseppe Grisi, farmacéutico italiano, decide instalarse con su familia en el entonces pueblo de San Ángel, cercano a la Ciudad de México; ahí fue donde establecieron su primer laboratorio farmacéutico y comenzaron a producir el Emplasto Monópolis en 1863. Se trataba de  un ungüento hecho de ingredientes naturales, hipoalergénicos, que llegó a convertirse en un imprescindible dentro de los botiquines de las casas mexicanas, a tal grado que puede ser considerado como el producto emblemático del laboratorio Grisi durante sus primeras décadas de existencia.

Esta fama se debió a que el Emplasto Monópolis de José Grisi

“cura infaliblemente Llagas, Heridas, Tumores, Gangrenas, Cáncer, Fistulas, Escrófulas, Ulceras, Almorranas, Piquetes de animales ponzoñosos, Erisipelas, Inflamaciones, Golpes Uñeros, Panadizos y todas las enfermedades externas”

Asimismo, fue de los primeros productos en registrar su patente cuando la primera Oficina de Marcas y Patentes de México abrió sus puertas ese mismo año. La publicidad del ungüento aumentó su popularidad y la familia Grisi se mudó a la Ciudad de México donde fundó el Laboratorio del Emplasto Monópolis. Aquí desarrolló otros productos como el Bálsamo de Fricción, el jarabe y las pastillas Rambelli para la tos.

A la muerte de Giuseppe Grisi, sus hijos Blas y Leonardo se hicieron cargo del laboratorio; Blas en las cuestiones comerciales y Leonardo en lo referente a la farmacéutica. Ya en la década de los 90 del siglo XIX, la familia Grisi pudo fundar uno de los emporios más famosos de su tiempo, la Droguería El Factor, en el centro de la Ciudad de México; la visión comercial de Blas llevó al emplasto a venderse en otras ciudades de México e incluso, fue premiado en la Exposición Universal del Paris de 1889.

La llegada del siglo XX y la promesa de modernidad también se ve representada en la industria farmacéutica; la fama y popularidad de los productos Grisi siguió creciendo y facilitó la producción en masa, tanto del emplasto, como de otros productos como el Aceite Maravilloso y el Bálsamo de Fricción para el reumatismo, o las Pastillas Rambeli para la tos. Para conmemorar el inicio de esta nueva era de prosperidad y aunarse a los festejos del centenario de la Independencia, decidieron fundar la Droguería Grisi, construyendo un edificio en la calle 16 de septiembre, dedicado especialmente al negocio y atención al público.

La Droguería Grisi, junto con el Laboratorio del Emplasto Monópolis, consolidaron a la industria Grisi como una de las principales farmacéuticas de México. La disposición de los productos en grandes vitrinas y amplios mostradores, a la vista del público, era un claro ejemplo de la visión moderna de sus dueños, preocupados no solo por satisfacer la demanda de sus propios productos, sino de ampliar el mercado trayendo materias primas y productos de tocador importados de Europa.

El proceso revolucionario que se avecinaba cambió el panorama para la industria Grisi, la situación económica de México los obligó a cerrar sus puertas, excepto la del Laboratorio del Emplasto Monópolis, donde se seguían produciendo diversos productos, además de su venta en pequeños establecimientos. Los Grisi migraron a Los Ángeles donde fundaron un pequeño laboratorio que abastecería a la creciente población de mexicanos en esa región y llevó al Emplasto Monopolis al mercado de los Estados Unidos. Terminada la Revolución la familia regresó a México y fundó un nuevo laboratorio, Grisi Hermanos, S. de R. L., la tercera generación se ponía a la cabeza de la empresa.

El crecimiento económico posterior a la Segunda Guerra Mundial, el “Milagro Mexicano”, impulsó a los Grisi a experimentar con nuevos productos y mercados, es así como apuestan por los productos de tocador elaborados a base de plantas y extractos naturales, líneas que no se habían explorado en la industria y que solo pertenecían al medio artesanal. Es así como aparece la línea de jabones Tres Manzanillas y Organogal, productos con los que los Laboratorios Grisi se convertían en pioneros del mercado de productos naturales durante la segunda mitad del siglo XX  y por los que son reconocidos hoy en día.

Los medios de comunicación masiva y la publicidad, logran mantener en la mente del público los productos que aparecen en ellos; en el caso de Grisi, la amistad de Alfredo Grisi, director de la empresa desde 1942, con Emilio Azcárraga Vidaurreta, fundador de la XEW, facilitó la promoción publicitaria y el consumo de estos productos a nivel nacional, al anunciarse en la estación de radio de la XEW.

Referencias: Grisi, 150 años de innovación y tradición, México, Editorial Televisa, 2014