“…haberme enterado de esta exposición no era casualidad”

haberme enterado de esta exposición no era casualidad

Hace un momento dejé en el Museo el objeto que simboliza mi relación rota.

Cuando vi el reportaje sobre esta exposición itinerante que nació en Croacia, pensé en las 14 cartas que había guardado desde el 2001 en un sobre sellado.  Esas cartas me las escribió X cuando nos conocimos y empezamos a salir.  No las volví a leer, quedaron resguardadas en una caja en mi azotea. De pronto pensé que el haberme enterado de esta exposición no era casualidad, que era un “signo” y  la  oportunidad de quitarme la zozobra cuando llegaba a acordarme de ellas, no sabía cómo le haría,  ni siquiera me atrevía a sacarlas de su resguardo. Seguí las indicaciones de la convocatoria y envié primero la historia de mi objeto.  Estaba decidida a entregarlas, me desprendería de ellas y me quitaría un peso de encima (los organizadores en Croacia habían dicho que tenía  un efecto sanador y la propuesta me pareció interesante).

Hace apenas unos días me llegó la confirmación  por parte de la exposición notificándome que mi historia había sido seleccionada junto con otras 99 (de entre 1500) para ser expuesta en México y llegar hasta Croacia que será su sede.  Fue entonces cuando me apresuré a sacarlas, quería quedarme con una copia de cada carta y por increíble que parezca, cuando las tuve físicamente, mis manos empezaron a temblar, no podía ni quería desdoblarlas.  Observé las diferentes hojas en que fueron escritas y  las   palabras con  su maravillosa caligrafía se me vinieron encima …  no pude leer  un párrafo completo.

Empecé a angustiarme,  era el hecho de entregarlas,  no me había dado cuenta.  Llegó el día límite, estaba estresada y muy  presionada, lo de la exposición me tenía inquieta.

Un día antes decidí hacer un ejercicio en el taller de lectura con mis alumnos, habíamos estado leyendo algo sobre el significado de las cosas,  propuse que cada uno dijéramos que objeto propio era el más significativo  y no estaríamos dispuestos a entregar fácilmente,  cuando tocó mi turno decidí abrirme ante el grupo y mostrarles mis 14 cartas originales,  conté a grandes rasgos, que se referían a mi  historia de amor con alguien que ya no estaba. Les pregunté si se desharían de  ellas, el NO fue generalizado y contundente.  La preciosa Lucy me dijo algo que me caló: guárdalas Clau, para que te hagan compañía y leyó una de las cartas, me sentí bien al escucharla, se me acercó y me dio pellizquitos en el brazo (como ella hace cuando tiene alguna emoción o está nerviosa) se había dado cuenta que se me salían las lágrimas.

Ayer, saliendo del Instituto y a  escasas horas del día límite de entrega, Pilar me acompañó en la lectura de cada una de las cartas, viví algo  especial….  Empecé a sentir una enorme paz, una extraña tranquilidad y nostálgica me inundó.  Esas cartas decían cosas lindas,  ya no las rechazaba, sucedió lo contrario, me di cuenta de lo mucho que llegó a quererme X a pesar de tantos desmadres, también supe que ese amor si existió y que yo fui alguien que significó muchísimo en su vida,  yo le di vida. Entonces  me sentí agradecida con él, con la vida y con las circunstancias, las cartas podían seguir conmigo sin conflictuarme, sin tenerles miedo.

HOY:  Llegué al museo, me recibió una de las chicas que organiza esta exposición y con quien ya había tenido contacto por teléfono, Mariana, estuvo atenta a todo lo que le conté, consultó si las copias fotostáticas de mis cartas entrarían a la exposición,  de mi salió lo siguiente: “elige una original, y que las demás sean copias”, –  “eso mismo te pedimos, si no te conflictúa, me dijo,  visualmente es mucho más atractivo ver una carta tal cual es, significa mucho.… entendí y acepté gustosa… se quedó con la carta original de tres hojas – la más larga –  y con las 13 copias de las otras.

A lo lejos, en una repisa, esperaban a mi caja azul (con las cartas) osos de peluche, muñecos, adornos, y objetos de todo tipo, todo aquél montón de significado  tratado con cuidado y respeto.   Olía a pintura, estaban  preparando la hermosa casa de la calle de Colima en la colonia Roma  para montar la exposición… sentí muy padre al ver todos los preparativos para que los objetos luzcan a todo lo que da, en un espacio limpio, digno y cálido.

Salí del museo pensando que mis cartas junto con mi historia se expondrán al lado de otros objetos que han de significar igual de mucho (para bien o para mal) para otras personas.  No sé en donde las pondrán, al lado de quién viajarán a  Japón primero y al mundo entero contando la historia de una relación rota.

La mía es una historia de amor (atropellada) pero definitivamente una Gran historia de amor.

Escribí esto cuando iba en el coche:

“Au revoir mon amour, je te laisse partir jusqu’a l’infinit, deploie tes belles ailes; qu’il cosmos apprenne de notre amour; que notre histoire  eclabousse magie avec ses eclats aux amoreux; qu’il nourrise leurs coeurs avec tes paroles pleines de beauté et d’intensité .

Je sais que toi et moi nous rencontrerons, maintenant je suis en paix”.

“Adiós mi amor,  te dejo partir hasta el infinito. Extiende tus hermosas alas; que el cosmos se entere de tu amor y del mío; que nuestra historia  salpique con sus destellos magia a los enamorados; que alimente sus corazones con tus palabras llenas de belleza e intensidad.

Sé que tú y yo nos volveremos a encontrar. Ahora estoy en paz”.

 

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