El Estadio Azteca

El Estadio Azteca

Durante los años cincuenta y el comienzo de los sesenta, los sitios que albergaban la práctica del futbol profesional en la capital eran los estadios de la Ciudad de los Deportes (Estadio Azul) y el olímpico de Ciudad Universitaria, los cuales parecían ser insuficientes para un mercado que rebasaba los 4 millones de habitantes, además de que no representaban un par de cartas fuertes en las aspiraciones del país por obtener la sede de una Copa Mundial.

Por esta razón, el Estadio Azteca se convirtió en la pieza cumbre del ambicioso proyecto con que el magnate televisivo Emilio Azcárraga Milmo y el directivo Guillermo Cañedo se trazaron alcanzar ese objetivo. Para ello convocaron a un concurso que contemplaba el diseño de un estadio para un aforo mínimo de 100 mil localidades. La propuesta elegida fue la de los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares, quienes entre sus innovaciones incluían la implementación de un techo sin soporte de columnas que permitiría una clara visión desde toda la tribuna.

Las obras comenzaron en agosto de 1962, con el trabajo ininterrumpido de casi mil personas, y el 29 de mayo de 1966 el Estadio Azteca —el segundo más grande en su época— finalmente se inauguró con el partido entre el América y el Torino italiano. El marcador terminó con empate a dos goles. El primer tanto fue obra del jugador americanista Arlindo dos Santos.
Símbolo de congregación social, escenario de dos finales de Copa del Mundo, Juegos Olímpicos, Mundiales juveniles y una gran cantidad de espectáculos masivos, el Azteca es considerado como uno de los epicentros del futbol mundial, sin el cual no habría manera de concebir el balompié nacional.

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