El clásico de clásicos
América y Guadalajara son los dos equipos con más seguidores y mayor número de títulos en el futbol mexicano, pero la pasión que despiertan los enfrentamientos entre ambos se relaciona con una serie de símbolos que van más allá de las ambiciones deportivas. Se trata de la disputa histórica entre las dos caras opuestas del futbol nacional: la provincia contra la capital, lo mexicano contra lo extranjero, la humildad contra la riqueza, el pueblo contra el poder.
El primer duelo de la era profesional en el que se confrontaron ocurrió en 1943, sin que despertara un mayor interés que cualquier otro partido del campeonato. Tuvieron que pasar algunos años para que la verdadera historia del Clásico de Clásicos comenzara a escribirse. El Guadalajara —compuesto en su totalidad por mexicanos como Salvador Reyes, José “Jamaicón” Villegas, Jaime “Tubo” Gómez o Héctor Hernández— dominaba la liga a finales de la década de los cincuenta y durante la primera mitad de los sesenta, teniendo siempre como perseguidor al cuadro americanista, quienes eran conocidos por el mote de millonetas, a pesar de que carecían aún de grandes logros que los respaldaran.
A partir de la gestión de Emilio Azcárraga y Guillermo Cañedo arribaron al equipo capitalino renombradas contrataciones provenientes de Brasil, como Zague y Arlindo, quienes se sumaron a figuras nacionales como Alfredo del Águila y Antonio “Güero” Jasso, para darle al América su primer título de la nueva era en la temporada 1965-66, tras ser uno más de los clubes que atestiguaron previamente los siete campeonatos obtenidos por el Guadalajara.
La paridad de fuerzas se intensificó a partir de ese momento y los partidos comenzaron a esperarse con expectativas máximas en todo el país, mientras la rivalidad en la cancha sobrepasó los términos del deportivismo. Prensa y afición llegaron a un consenso que perdura hasta el día de hoy: no existe partido más importante en el futbol nacional que el América vs Chivas.