REFLEJOS EN LA ERA DE LA MÁQUINA

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Entre otras, una de las labores del Museo Objeto del Objeto es procurar la óptima catalogación de las colecciones que salvaguarda. Dentro de ellas muchos objetos mantienen interrogantes como: ¿qué es eso o para qué se usaba? Resueltas o no esas dudas por la labor constante del equipo del museo, ese tipo de objetos despiertan la curiosidad en quienes los miran por primera vez y la mantienen en los que reconocen su utilidad pasada. Máquinas en su mayoría, estas piezas revelan en su forma la energía que transformaban y con la que fueron hechos.

La fascinación por lo mecánico ha sido compartida entre otros, por el dadaísta Francis Picabia, con sus portraits mécaniques, retratos mecanomórficos, a modo de esquemas técnicos, donde representa al fotógrafo Alfred Stieglitz como un aparato fotográfico, a Agnes Ernst Meyer como una bujía de motor y a él mismo como un claxon de automóvil.

En 1875, en su libro Nonsense Book (El libro sinsentido), el poeta Edward Lear juega con ilustraciones y limericks, poemas de cinco líneas, a tergiversar ideas, inventar palabras y cambiar significados a modo de jitanjáforas – textos carentes de sentido cuyo valor estético se basa en la sonoridad y en el poder evocador de las palabras, reales o inventadas–.

Esta sala procura reflejos de estas dos influencias, al exhibir los aparatos mecánicos de la colección junto con grabados de la enciclopedia del siglo XVIII, de Diderot y d’Alenbert, así como con ideas a modo de versos sinsentido, realizados algunos, ex profeso para esta exposición.

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