El encierro, en algún momento representó la efervescencia de mis emociones, en aras de redimensionar el conflicto interno de mi mente, un día encontré un lienzo en blanco en una pared de la sala de mi pequeña casita, así fue como tomé un lápiz y tracé lo que después se convirtió en un mándala. Dicen que ellos son una representación de la totalidad del ser, por ello cada pincelada se convirtió en el camino para reencontrarme, la terapia para clarear mis ideas, fueron días y semanas para devolverme la calma y encontrar el efecto espejo, ahora me miro a mi misma en cada pincelada, ahí encontré paz!!

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