No hay manera de que algo tan pequeño como una aguja se convierta en una espada, pero en este confinamiento, lo mínimo se vuelve único.

Mis agujas para bordar tienen el poder mágico de brindarme valentía para trazar vínculos de hilo y la templanza de la concentración ilimitada. El alfiletero representa el control y los lazos de sororidad (puesto que se lo compré a una mujer bordadora), con una forma característica para recordarme que en la vida también hay que reírse.

En una situación por la que pasamos encuentro que las cosas que son pequeñas significan un mundo.

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