El Refresco Lulú
Ícono de nuestra cultura
El refresco Lulú es parte del imaginario colectivo y lleva tras de sí toda una historia transcultural que manifiesta, entre muchos aspectos, la predilección que tenemos los mexicanos por el consumo de refrescos, la cual nos ha convertido en campeones mundiales en el rubro.
En 1938, Rafael Víctor Jiménez Zamudio fundó Refrescos Pascual, S.A. Entre sus primeros productos ofrecía agua embotellada, paletas y refrescos; la planta se ubicaba en la colonia Anáhuac, posteriormente en la San Rafael y por último en la colonia Tránsito, ya en la década de los cincuenta. Fue entonces cuando apareció Lulú, personificada en una sensual e inocente mujer.
¿Inspirada en la flapper Betty Boop? Probablemente, aunque se decía que una de las hijas de los dueños se llamaba Lulú. Se confundía equivocadamente con la protagonista de La Pequeña Lulú. Lo importante es que la coquetería de la ingenua Lulú pegó entre los consumidores y le confirió al refresco una identidad muy propia.
Corría la década de los ochenta y el gobierno decretó un aumento obligatorio a los salarios de los trabajadores. El dueño de Pascual argumentó que no le sería posible financiar este aumento y los trabajadores iniciaron una huelga. Después de un litigio, se procedió a rematar los activos de la empresa, siendo los mismos trabajadores los que los adquirieron y fundaron la Sociedad Cooperativa de Trabajadores de Pascual S.C.L. Esto constituye una historia inusitada, pues es la primera vez en México que los propios trabajadores se quedan con la empresa e integran una cooperativa.
Esta exitosa cooperativa emplea a más de dos mil personas en la CDMX e ingresa más de tres mil millones de pesos al año. Su producto estrella son los refrescos Pascual, en envase de vidrio y el tradicional Tetra Pak de triangulito. Recientemente la FDA certificó que sus refrescos eran elaborados con pulpa de fruta, sin transgénicos.
Con sus siete sabores –frambuesa, limón, manzana, piña, naranja, toronja y uva- el refresco Lulú se ha vuelto a posicionar entre el gusto de los consumidores con una imagen más contemporánea: La estamos enfocando sobre todo a chavitas, expresa Elena Rodríguez, quien labora en la empresa: se pueden sacar muchas cosas para las niñas: ropa, pijamas, blusitas con todo esto, ya ves que les gustan mucho los brillitos; cosmetiqueras, artículos para el cabello. Un montón de cosas que se pueden hacer con la marca… dice Elena con entusiasmo.
Con todo esto vemos que el poder de Lulú sigue vigente para mucho rato más…