El talco
El ser humano, desde hace siglos, se ha dedicado a la creación de productos que le ayuden a mejorar su apariencia, y casi sin darse cuenta ha creado un arsenal de artículos cuyo único fin es embellecer. Los talcos forman parte de este tipo de productos, y como más comúnmente los conocemos, son finos polvos que se utilizan sobre la piel para evitar el exceso de humedad, aromatizarla e incluso combatir infecciones ocasionadas por hongos, como el famoso pie de atleta.
Además de los usos personales, el talco tiene diversos usos industriales: en la fabricación de papel y cartulina, lacas y pinturas, así como en la goma y en plásticos.
Químicamente hablando, el talco es un compuesto que se encuentra de manera natural, formando piedras cuya estructura asemeja delgadas láminas de color blanco. Está constituido por sustancias como magnesio, silicio, oxígeno e hidrógeno.
Este mineral tiene la capacidad de mezclarse con perfumes, sustancias antisépticas o medicamentos, y ayuda a esparcirlos sobre la piel sin formar grumos. En la actualidad, se elaboran polvos corporales en los que este mineral ha sido sustituido por almidón de maíz.
Por su nobleza y suavidad con nuestra piel, el talco sirve como base a varios productos cosméticos y farmacéuticos.
Adaptación del texto original de la exposición Nostalgia de lo Cotidiano, del Museo del Objeto del Objeto.