Potestades y libertades
El centro de la Ciudad de México, y en particular el Zócalo capitalino, concentra los poderes que rigen la nación. Desde los fundacionales como el Templo Mayor donde se adoraba a Huitzilopochtli y otras deidades, hasta los contemporáneos como Palacio Nacional desde donde actualmente gobierna el presidente.
Zócalo es el término coloquial para referirse a la Plaza de la Constitución, llamada así por ser la plaza donde se juró la Constitución de Cádiz en 1813. Este mote se debe al pedestal instalado en el centro de la plaza por el arquitecto Lorenzo de la Hidalga en 1843 para sostener un monumento que nunca vio la luz, pero cuya base permaneció durante años. Esta plaza rectangular, una de las más grandes del mundo con aproximadamente 440,000 metros cuadrados, está rodeada por Palacio Nacional, sede del poder ejecutivo; el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, actual Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México; el Nacional Monte de Piedad, casa de empeño, y la catedral metropolitana, asentada en el siglo XVI por ser esta plaza el centro de comercio más importante de la ciudad ergo donde se podía conseguir más población susceptible a la conversión católica. A unas calles hacia el oeste, se encuentra la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México y el Banco de México. Tenemos concentrados, en un solo cuadro del Centro Histórico, al poder federal, local, eclesiástico, prehispánico y económico tanto institucional (Banco de México), como vernáculo (comercio informal).
El Zócalo ha sido escenario de enfrentamientos militares, intervenciones extranjeras, acontecimientos históricos, culturales y políticos como la entrada de Francisco Villa y Emiliano Zapata por Avenida 5 de mayo, la visita del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, conmemoraciones cívicas, actos presidenciales y visitas de estado. También ha sido el espacio en el que la sociedad ha interpelado al poder para obtener derechos y libertades de grupos como ferrocarrileros, obreros, médicos, maestros, estudiantes, y causas como la feminista y el respeto a la diversidad sexual.
El espacio de concentración masiva como concebimos el Zócalo en los últimos cincuenta años se debe al quiebre sucedido en 1968 por el movimiento de estudiantes que tomaron el Zócalo en un momento en que la ley de sedición del presidente Gustavo Díaz Ordaz condenaba la reunión de más de tres personas en el espacio público. Este grupo de jóvenes hace suya esta plaza en el corazón del país y a partir de ese momento será el lugar de todos. Durante la administración de Cuauhtémoc Cárdenas y con Alejandro Aura en el Instituto de Cultura del Gobierno de la Ciudad de México, se inauguran los conciertos gratuitos en el Zócalo bajo el lema “La calle es de todos” desde Manu Chao hasta Juan Gabriel, pasando por Paul McCartney y Café Tacuba, concentrando hasta 210,000 personas y convirtiéndolo en un lugar de celebración popular.