La máquina de escribir
La invención de la máquina de escribir permitió acelerar el ritmo de las comunicaciones, revolucionó el mundo de los negocios y le permitió a muchas personas –mujeres y hombres- ingresar al mundo laboral como mecanógrafos entre los siglos XIX y XX.
Pero detrás de esta prodigiosa máquina, existe detrás mucha historia en la que muchos inventores procuraban crear un artefacto que escribiera con asertividad, limpieza y sobre todo con una velocidad mayor a la de los copistas, quienes absorbían mucho tiempo para elaborar documentos.
Se sabe que existieron más de 60 intentos o prototipos de máquinas de escribir. En 1714, la reina Ana de Gran Bretaña le otorgó a Henry Mill una patente que se puede leer: “El señor Mills nos ha comunicado el invento de una máquina para imprimir letras, unas junto a otras o por separado, mediante dicho invento se puede plasmar en papel un escrito de forma tan pulcra que no se puede diferenciar de la imprenta”.
La siguiente patente expedida para una máquina de escribir fue la del inventor estadounidense William Austin Burt en 1829 por una máquina con caracteres colocados en una rueda semicircular que se giraba hasta la letra deseada y luego se oprimía contra el papel. El problema que representaba esta máquina es que era más lenta que la escritura normal.
En 1873 E. Remington and Sons, de Nueva York, fabricaron el primer modelo de producción en serie. La primera máquina de escribir Remington, producida para los inventores estadounidenses Sholes y Glidden, contenía casi todas las características esenciales de la máquina moderna: El papel que se sujeta en un carro entre un rodillo y un pequeño cilindro, una cinta entintada que corría entre la línea de linotipia y el rodillo, así como los caracteres que realizan una impresión al golpear la cinta que se mueve automáticamente.
La International Business Machines Corporation (IBM) desarrolló en 1965 una máquina de escribir electrónica con memoria y banda magnética, la 72 BM, cuyo principio de escritura fue revolucionado por la Olivetti y Casio con la introducción de la “margarita”, elemento en forma de flor en la que se integraron los tipos, y de la esfera intercambiable, con la cual era posible imprimir diversos tipos de letra, como cursivas o itálicas.
Desde luego que la llegada de las computadoras personales ha superado en mucho a la máquina de escribir como medio para la elaboración de un documento, pero aunque actualmente existe mayor sofisticación, la forma de distribuir el teclado es esencialmente la misma.