El VOTO para las mujeres
Hasta la segunda década del siglo XX, aún los países supuestamente democráticos excluían a la mitad del mundo de sus sistemas de representación política: las mujeres no tenían derechos ciudadanos ni podían votar. Son precisamente los movimientos sufragistas, con su exigencia del derecho al voto para las mujeres, los que inician simbólicamente las grandes luchas por desmontar la democracia patriarcal. El primer país que concedió este derecho fue Australia, en 1912, pero sólo para las mujeres blancas, las australianas de piel negra y las pertenecientes a los pueblos originarios sólo pudieron hacerlo hasta 1962. En México, conseguir el voto femenino ha sido, como en todos los países, producto de largas luchas protagonizadas por las mujeres mismas. Pese a que, desde mediados del siglo XIX las mexicanas exigieron el derecho a la participación política, fue hasta 1953 cuando el presidente Adolfo Ruiz Cortines decretó su derecho a votar y a ejercer puestos de representación popular en todos los niveles de gobierno.
En el año 1955, las mexicanas votaron por primera vez en una elección federal. Estrenaban así su condición ciudadana, sin embargo, apenas se iniciaba su larga lucha por la equidad política, a la que todavía le faltan muchas páginas por escribir.