El Palacio de Bellas Artes. Historia, arte y arquitectura.

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Uno de los recintos más emblemáticos de la Ciudad de México presenta interesantes contextos históricos y arquitectónicos que lo posicionan como un orgullo nacional. Su historia está llena de condiciones sociales de la época relacionadas con su construcción que a continuación les platicaremos.

 

Con motivo de la celebración para el centenario del inicio de la Independencia de México, el entonces gobernador Porfirio Díaz daba la orden —por el interés de demostrar la prosperidad de su gobierno— de proyectar un nuevo edificio, un Teatro Nacional.

Este importante proyecto se le encargó al arquitecto italiano Adamo Boari en 1901, bajo la premisa de concretar las ideas del general. Para el año de 1904 el arquitecto Boari hacia entrega de 18 primeros planos y así dar inicio con las excavaciones —demoliendo al entonces Teatro Santa Anna construido en 1842—.

Para el diseño del recinto el arquitecto Boari se acopló al crecimiento que empezaba a tener la entonces Ciudad de México, un concepto que proyectara la esencia mexicana, pero a la altura de los teatros europeos, siendo el resultado un edificio ecléctico mezclando los estilos Art Nouveau y Art Decó.

Dicha construcción estaba planeada entregarse en un lapso de 4 años —tras el inicio de la revolución, la crisis social y económica del país, hicieron que Adamo regresara a su ciudad de origen— causa que alargó la construcción. Boari a pesar de que ya no se encontraba en México estuvo mandando, desde Italia, planos, fotografías y actualizaciones del proyecto.

La construcción se abandonó y su intento de seguir con la obra fue durante los años 1918 y 1919 a cargo del arquitecto Antonio Muñoz durante la presidencial Venustiano Carranza. Una vez más, los problemas sociales y económicos hicieron que se pausara.

Para 1930, el presidente Pascual Ortiz Rubio retomó el trabajo, esta vez con la condición de que se respetara en lo posible los planes originales de Adamo Boari, que la conclusión fuera lo más económica y que el recinto una vez terminado debería responder a las condiciones sociales actuales y no sólo para la elite, dando paso al espacio para la expresión artística de todos los mexicanos, naciendo así, el Palacio de Bellas Artes.

 

El nuevo arquitecto a cargo fue Federico Mariscal, quien en todo el proceso acopló lo establecido con las nuevas tendencias, involucrando a diseñadores, escultores para todos los acabados y materiales que realzan la belleza de esta joya arquitectónica.

 

Un dato curioso: El centro de la CDMX ha sufrido severos hundimientos y entre ellos, este recinto, que comenzó a manifestar subsidencia en 1907 y para 1921 ya se había hundido más de 1.80 m, incluso al día de hoy se puede apreciar que el palacio se encuentra varios metros por debajo del nivel de la calle.

 

Para nombrar al equipo completo de artistas y arquitectos que terminaron la construcción, describiremos partes del recinto en las que se enfocaron cada uno de ellos: en las fachadas se integraron cuatro grupos escultóricos realizados por André Allar y Paul Gasq, que originalmente eran para el palacio legislativo. En las fachadas se utilizó mármol de Carrara Italia y mexicano de varias partes de la República.

 

En las ornamentaciones centrales estuvo a cargo el artista Leonardo Bistolfi, los relieves de las fachadas laterales por el escultor Adamo Boari y el escultor G. Fiorenzo. Al interior en la sala de espectáculos se encuentra un plafón de cristal con autoría de D. Maroti.

El gran telón antifuego —único en el mundo dentro de un teatro de ópera— con la imagen de los volcanes mexicanos: el Popocatépetl e Iztaccíhuatl, tiene un peso de 24 toneladas y estuvo a cargo de la Casa Tiffany de Nueva York. Lo rodea un arco decorado con mosaicos titulado “El teatro a través de las edades” realizado por el húngaro Geza Marotti, así como el vitral donde se representa a Apolo y las nueve musas. La maquinaria del escenario fue creada por el ingeniero A. Rosemberg de Alemania.

 

Las esculturas que representan la armonía, el dolor, la felicidad, la paz y el amor son del italiano Leonardo Bistolfi y se pueden observar en la fachada principal. Al frente de la plaza del edificio se encuentran cuatro esculturas en forma de Pegaso realizadas por el catalán Agustín Querol y que anteriormente habían estado en el Zócalo.

 

Por último, al interior en la cuarto pisos, se encuentran importantes obras del muralismo mexicano, en los cuales destacan: Diego Rivera, José Clemente Orozco, Siqueiros y Tamayo. Estos detalles y descripciones son los más sobresalientes.

 

Ahora que conoces puntos importantes sobre el Palacio de Bellas Artes, seguro tendrás más interés por conocer su arquitectura y ver todos estos detalles que te acabamos de mencionar.

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