El mundo existe para convertirse en libro
Stéphane Mallarmé y Mía Couto reciben al visitante con sus interpretaciones del mundo como un texto, como un libro de voces. Voces que fabulan para ahuyentar la oscuridad, dice Irene Vallejo, resaltando así la importancia del libro como objeto que permanece en la historia de la humanidad.
A modo de introducción en la primera sala, Pablo Neruda hace una Oda a las cosas, que como Borges en Las cosas, deja sentir la nostalgia y apego por cosas que aunque simples, nos significan y o sobreviven; también Octavio Paz, en homenaje al artista norteamericano Joseph Cornell, señala cómo las cajas del artista son “Monumentos a cada momento”.
Plumas, tintas, pinceles e instrumentos de la escritura acompañan a Ana María Shua, ganadora del Premio iberoamericano de minificción Juan José Arreola en 2016 y a Murasaki Shikibu, de quien Marguerite Yourcenar la llamó: “la mayor escritora de la historia”, autora de la novela más antigua de la literatura japonesa, quienes nos revelan sus deseos y posibilidades de escribir y ser correspondidas.
“La máquina de escribir se atreve por donde la mano no se aventura”, dice José Emilio Pacheco, que al lado de Pedro Salinas y Fabio Morábito nos cuentan sobre la Underwood, la Remington, la Smith Corona.