El Grito de Dolores
El inicio de la guerra independentista
En 1808, España fue invadida por el ejército de Napoleón Bonaparte, emperador francés, quien impuso a su hermano José Bonaparte como nuevo Rey, al destituir a Fernando VII. Este acontecimiento contribuyó a tambalear seriamente el dominio de los gobernantes en las colonias americanas, pues se generó un vacío de poder en la monarquía española y por lo tanto un consecuente debilitamiento político en las estructuras del poder colonizador.
Este hecho marcó un momento adecuado en el que varios movimientos insurgentes con ánimo independentista surgieron en la Nueva España. Pese a que la conjura de Valladolid fue descubierta en 1809 y sus participantes fueron puestos en prisión, los conspiradores de Querétaro antes de correr con la misma suerte, tomaron las armas el 16 de septiembre de 1810 junto a los habitantes indígenas y campesinos del pueblo de Dolores, Guanajuato, reunidos por el cura Miguel Hidalgo y Costilla.
La noche del sábado del 15 de septiembre de 1810, Doña Josefa Ortiz de Domínguez, envió como mensajero a Ignacio Pérez para darles aviso a Ignacio Allende, Juan Aldama y Miguel Hidalgo de que la conspiración –que originalmente iniciaría el 1 de octubre- había sido descubierta. Fue entonces que decidieron anticiparla e Hidalgo, junto con otros líderes, se dirigió a la parroquia de Dolores y subió la torre oriente donde tocó la campana para convocar al pueblo a alzarse en armas contra las autoridades españolas.
Este acto, conocido como el Grito de Dolores, es el que marca el inicio de la guerra independentista, el comienzo de una campaña militar que fue de estado en estado, reuniendo a un ejército que llegó a sumar a 60 mil hombres. Era un ejército integrado por hombres que utilizaban sus instrumentos de labranza como armas. La educación militar vendría paulatinamente con Ignacio Allende, nombrado Capitán General por el propio Hidalgo, asistiendo a la toma de la Alhóndiga de Granaditas y obteniendo la victoria en la batalla del Cerro de las Cruces.
En la actualidad, la ceremonia del grito es la fecha mayor del calendario cívico mexicano y cada año a los once de la noche del 15 de septiembre, los titulares del Poder Ejecutivo en los distintos niveles de gobierno: Presidentes Municipales, Jefes Delegacionales, Gobernadores y el Presidente de la República, así como los embajadores en las representaciones en el extranjero, portan una bandera y dirigen a la población una proclama en recuerdo de aquella noche del 15 de septiembre de 1810.