El arte popular, el génesis de una identidad a partir del color
En 1921, con motivo del centenario de la Independencia, se promovió la organización de una muestra dedicada al arte popular nacional, en cuya gestión participaron los artistas Adolfo Best Maugard, Roberto Montenegro y Jorge Enciso. A Gerardo Murillo Dr. Atl, se le encargó una suerte de catálogo de la muestra. El volumen, además de las reproducciones de las piezas exhibidas, incluía algunos textos que reflexionaban sobre la condición de las artes indígenas en aquel momento y sus alcances. La exposición Nacional de Artes Populares fue la primera en su tipo y además una iniciativa del Estado, y el hecho de que estuviera apoyada por el Secretario de Hacienda y financiada por la Secretaría del Trabajo, Industria y Comercio le otorgaba diversos significados entre los que podemos leer que el arte popular -que en la exposición no se limitaba a artesanías decorativas sino que incluía, mobiliario y enseres domésticos- era considerado, además de una expresión cultural, un posible polo de desarrollo del comercio y la pequeña industria.
Las piezas seleccionadas por los artistas contrastaban por sus intensos colores y buscaban rescatar las características y tradiciones indígenas sumando al discurso de aquel momento que buscaba crear una verdadera identidad nacional. Tanto el Dr. Atl como los artistas organizadores reconocieron que el éxito de la exposición se dio en distintos niveles: logró un reforzamiento de la identidad, una definición de “lo nacional” y la premonición de que la llegada del desarrollo a nuestro país era inminente. El color se sumaba a todos estos beneficios y a partir de entonces se hizo presente no sólo en las artes populares o en las piezas de decoración de factura indígena o tradicional, sino que fue un referente para que artistas plásticos integraran a sus repertorios iconográficos un vocabulario de color cuya paleta distinguiera su trabajo.