El Abanico
Una señora sin abanico equivale a un caballero sin espada
Ramón Gómez de la Serna
La elaboración de un abanico está integrada por varias disciplinas y categorías artísticas: un pintor para elaborar las imágenes o paisajes en el país, un escultor o grabador para taladrar el varillaje y un orfebre, en caso de los modelos más lujosos.
La historia del abanico se remonta a dos leyendas orientales. Una cuenta que la bella Kau-Si, durante las festividades de las antorchas, so
focada por el calor se quitó el antifaz y en un gesto nervioso lo agitó ante su rostro; gesto que imitaron las otras damas. La otra leyenda relata que un murciélago se estrelló contra la flama de un candil mientras un artesano intentaba ahuyentarlo. Al día siguiente, el artesano de abanicos con curiosidad imitó las membranas plegables de un abanico, dando así origen a los Komori (murciélago), los más antiguos abanicos plegables japoneses.
A través de los siglos, en una diversidad de culturas y civilizaciones se ha destacado el uso del abanico en el devenir del tiempo. En el Antiguo Egipto, el abanico era para uso exclusivo de personas de alto rango y poder como los propios faraones. En Grecia, las sacerdotisas agitaban grandes abanicos sobre los alimentos sagrados para que se conservaran en buenas condiciones durante más tiempo. En el Imperio Romano, un numeroso grupo de esclavos precedían al César para espantarle los insectos y sofocarle el calor a su líder. Los japoneses colocaban regalos sobre las varillas para ofrecerlos, mientras que en China adornaban los abanicos con frases o pensamientos.
Por supuesto que un abanico es más que agitar la mano para generar viento y refrescar el rostro. Tiene todo un lenguaje entre las damas para expresarle al caballero su sentir en ese momento. Abanicarse rápidamente mirando a los ojos, significa te amo con locura, pero si se hacía lentamente estoy casada y me eres indiferente, poner los labios en el borde del abanico se puede traducir como desconfianza, apartarse el pelo de la frente con éste quiere decir no me olvides, entre otras muchísimas señas.
El abanico ha estado presente en todas las latitudes del tiempo: en el medioevo, en Europa se elaboraban abanicos con mangos de oro, plumas de pavo real y faisán en los círculos cortesanos. Pronto, el abanico plegable de China se empleó, además de en culturas occidentales y chinas, también en las Américas.
Durante el Renacimiento, el uso del abanico se hizo habitual e indispensable. La Reina Isabel I señalaba a sus doncellas U
na reina sólo puede aceptar un regalo: el abanico. En el período de la Revolución Francesa, el abanico fue despreciado, pues era considerado como símbolo de la nobleza y la alta burguesía. No obstante, estaba tan arraigado en la cultura que tuvieron que otorgar la concesión de diseñar uno que al plegarse adoptaba la forma de un fusil y, por supuesto, con los colores de la bandera francesa: rojo, azul y blanco.
También, el abanico tenía presencia en el nuevo mundo. Cuando Hernán Cortés arribó a México a principios del siglo XVI, Moctezuma le regaló seis abanicos elegantemente diseñados con plumas de aves exóticas. Los incas, en Perú, lo integraron como parte del ritual de ofrenda a sus dioses.
Es así, que el abanico suele asociarse con el elemento del viento, con la ligereza, lo sutil, lo espiritual y la insinuación. Un elemento con el cual también se puede seducir. Luis XIV de Francia y Catalina de Médicis, decían: No se concibe el cortejo y el amor sin la presencia de un abanico.
Maria del carmen
Hoy recibí la sorpresa de en contrar el regalo de unaban iespañol ,de24 sños de un. Abanico.