Édouard Manet, la luz y el color
Durante toda la historia de la humanidad se han sucedido diferentes formas en que ésta se representa a sí misma, ahí es donde aparece el arte. Para estudiarla la hemos dividido en periodos y en estilos, que muchas veces no tenían la intensión de ser considerados así. El Impresionismo es uno de estos estilos artísticos que no surgieron pretendiendo ser un estilo, pero fue convertido en uno de ellos.
Hoy hablamos un poco del Impresionismo, en honor al nacimiento de uno de los artistas más representativos de este, mal llamado, estilo artístico: Édouard Manet.
Nació un día como hoy pero de 1832 en París, en 1850 inició sus estudios artísticos, posteriormente puso su propio taller; para estos momentos ya estaba en contacto con toda la generación de artistas y literatos parisinos como Edgar Degas y Charles Baudelaire. Esta generación, a la que él mismo perteneció, empezó a cuestionar las formas, valores y moral de una sociedad burguesa; la crítica que hacen es mediante la exacerbación de los valores que dicha sociedad legitimaba.
Manet, mediante su pintura, representó los espacios y actitudes de los parisinos de mediados del siglo XIX. Influenciado por la pintura española, utilizó una nueva técnica para plasmar los colores y los juegos de luz sobre los objetos, representando solo la “impresión” que tenemos sobre ellos.
Así mismo causó gran revuelo al alterar las buenas costumbres de la sociedad y el arte, pues sus modelos femeninas miran al espectador y lo hacen parte de la escena. Entre sus obras más criticadas están “Olympia” y “Desayuno en la hierva”, donde la vida libertina de los dandis se ponía a la par de las buenas costumbres burguesas.
Su trabajo llevó a que, dentro e la Historia del Arte, fuera considerado uno de los artistas más importantes de finales del siglo XIX, y ha hecho que sigamos reconociendo su influencia en el Arte. Hoy lo recordamos a través de algunas imágenes de sus obras publicadas en la Revista LIFE, parte de nuestra colección.