Este ha sido un tiempo de crisis para tomar conciencia de que todo puede cambiar y de lo frágiles y contingentes que somos los seres humanos. Este confinamiento me ha permitido hacer algo para lo que siempre tuve pretexto, y es orar. Orar al Padre Dios en lo secreto de la habitación, como dice el Evangelio. Ha sido el mejor remedio a los momentos de mayor crisis.

Y he experimentado aquello que decía Santa Teresa de Jesús:

Nada te turbe,

Nada te espante,

Todo se pasa,

Dios no se muda,

 

La paciencia

Todo lo alcanza;

Quien a Dios tiene

Nada le falta:

Sólo Dios basta.

X