Iban pasando los días e iba aumentando la incertidumbre, el miedo y la desesperación. El corazón empezaba a extrañar a los cercanos, y no cercanos por igual; cada mañana al despertar, me daba miedo prender la televisión o revisar las redes sociales, me daba miedo pensar que esto sólo empeoraría. Una de esas mañanas me levanté extrañando mucho a los míos y era tanta mi desesperación, que podía sentir cómo la ansiedad recorría cada parte de mi cuerpo, apoderándose de él, lo único que hice fue cerrar mis ojos, ponerme mis audífonos y escuchar mi música favorita. Logré calmar esa sensación sintiendo que la tranquilidad era parte de mí y me di cuenta de que la mente y el corazón son muy poderosos ya que, si no ves lo que pasa alrededor, no te enteras y por consecuente no te afecta, y aunque sé que esto es como vivir en una burbuja, no quiero salir de ella hasta que pasé todo esto.