El buda es el guía espiritual de quienes practicamos el budismo. El tener su figura es un constante recordatorio de que debo de practicar amor hacia todos los seres, atención consciente y elegir la creatividad antes que la reactividad, habilidades que en este confinamiento son de mucha utilidad. Gracias a sus enseñanzas, a mi práctica meditativa y a mi comunidad espiritual he podido tener en un estado de ánimo muy ecuánime durante toda la pandemia, lo cual me ha permitido disfrutar del momento presente y la impermanencia.