He tenido el tiempo para disfrutar plenamente de uno de los pocos recuerdos que tengo de mi padre: una hamaca. Él trabajó un tiempo, poco después de que se casó con mi madre, en el sureste del país y esta hamaca debe de tener aproximadamente 40 o 50 años. Es una verdadera joya: la cantidad de hilos y la calidad de su material, han perdurado a través de los años. Un buen diseño y la calidad de los materiales hacen objetos atemporales.