Durante muchos años he batallado por hacerme un espacio para pasar tiempo con ella. Siempre ponía como pretexto que estaba demasiado ocupado. Cuando decretaron el confinamiento y falta de una buena coartada me hice a la idea de aprovechar esta situación “difícil”.

No puedo decir que han sido regulares nuestros encuentros, a veces fallo todavía a nuestras citas. Sé que se pone celosa cuando la descuido. Sin embargo, ambos estamos satisfecho por los buenos momentos en estos meses.

Me ha ayudado moverme con ella, estar encerrado se presta a un mayor sedentarismo.

Esta pesa rusa ha sido una buena compañera en el encierro. Incluso estoy pensado, seriamente, ponerle nombre, algo así como Sonya Marmeladova, igual que la de Crimen y Castigo.

Mi mujer empieza a verme raro cuando me encierro con ella e insinúa que debo ver a un especialista.

Yo sólo espero que otorgarle vida y personalidad a un objeto sea un ejercicio sano de la imaginación y no una secuela derivada de la cuarentena.

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