Un día llegó cansada, nos dejó en una mesita, el gato jugó con nosotros y nos tiró, quedamos debajo de un mueble. Ella nos buscó sin éxito, siempre se le hacía tarde para irse a trabajar. Un día ya no fue, creímos que tal vez la habían despedido, empezó a limpiar su habitación, y nos halló todos despeinados, se puso muy contenta, nos limpió, nos peinó y nos colgó, nos cuelga para admirarnos, es un poco aterrador, a decir verdad.
Nosotros vemos como duerme, siempre escuchamos como suena su alarma y la pospone hasta cinco veces, un día de tantos se le olvidó, y se quedó dormida, vimos como saltó de la cama a toda velocidad, rápidamente prendió la computadora, se acomodó el cabello y nos tomó para usarnos. Es bello vernos a través de la cámara, de entre tantos asistentes de su video conferencia, nosotros resaltamos, enmarcamos bien su rostro, nosotros somos protagonistas, no como los pobres pantalones, ya ni son tan útiles. Nosotros somos EL OBJETO en este confinamiento. Cada noche nos vuelve a colgar junto al espejo. Ella siempre nos cuida, la amamos, en fin, nosotros, sus aretes, somos su objeto favorito de cuarentena.