Regalados, comprados, heredados, no sé cómo nos hicimos de una amplia dotación de nada sofisticados coladores de plástico. Muchas veces quise deshacerme de algunos. Para dos personas eran excesivos y estorbaban mucho. Hasta que llegó la pandemia y con ella, la locura de lavar todo lo que entra a la casa. Zanahorias, cebollas, naranjas, chiles serranos… ahora todo reposa un rato, tras lavarse, en nuestra apreciada colección de coladores de plástico.

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