¿Por qué ver una exposición sobre propaganda política en año electoral?

exposición sobre propaganda

Hemos tenido muchas reflexiones e inquietudes alredor de la exposición “De Porfirio Díaz a Vicente Fox”, justo porque la naturaleza política de este año. Por lo que, le preguntamos a su curador Juan Manuel Aurrecoechea, ¿por qué ir a un museo a ver una exposición sobre propaganda política en plena temporada electoral, cuando los espacios públicos y mediáticos se saturan con imágenes y mensajes de las campañas políticas, dominando nuestros horizontes visuales y auditivos?

Les dejamos su respuesta. ¿Ustedes qué opinan?

JMA.- Porque de eso trata precisamente la exposición «De Porfirio Díaz a Vicente Fox. Propaganda electoral en México durante el Siglo XX», de la historia de los cien años de publicidad electoral que van de 1900 —cuando el país enfrentaba una más de las rutinarias elecciones en que todo mundo sabía saldría ganador el general Porfirio Díaz—, al emblemático año 2000 —donde culminan setenta años de hegemonía absoluta de un sólo partido político y el país ingresa en la era de la alternancia.

Hay que acudir al Museo del Objeto del Objeto (MODO) a ver esta exposición, y hay que hacerlo precisamente en estos días, porque a través de los objetos de propaganda política de la muestra, los visitantes podrán retrotraer al presente la memoria histórica del fenómeno que dominará la vida política y mediática del país en estos meses.

La exposición propone a sus visitantes un muy peculiar viaje por el Siglo XX mexicano a través de una serie de objetos y piezas de propaganda electoral; de objetos que de alguna manera tienen la cualidad de ser —además de testigos del pasado— máquinas de tiempo que invitan a viajar por diferentes momentos de nuestra historia política. Pero que además se conectan con muchas otras historias de la vida del país, como la historia misma de los objetos. El visitante puede ver, por ejemplo, como se han desarrollado un objeto de uso tan común y cotidiano como un encendedor de cigarrillos, que pasa de ser la preciada pieza metálica enconchada y envuelta en la elegancia de un estuche —como los que obsequiaba Adolfo López Mateos en su campaña de 1958—, al objeto de plástico desechable de nuestros días, que todos los candidatos de los distintos partidos ofrecieron a sus posibles votantes en la elección del año 2000.

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