Xavier Villaurrutia
“ Y, más que por el goce y el delirio, amarte por la angustia y por la duda.”
¡Oh, la poesía!
¿Qué sería de este mundo sin la poesía? Desde su origen etimológico, derivada de la palabra griega poiesis, la cual significa creación y de la que Platón dirá que es “la causa que convierte cualquier cosa que consideremos de no-ser a ser”, tenemos ya la respuesta a la pregunta inicial.
Sería imposible nombrar a todos los grandes poetas, conocidos y desconocidos, que han surgido a lo largo de la historia, pero hoy queremos recordar a uno de los más importantes poetas mexicanos de principios del siglo XX, Xavier Villaurrutia.
Parte del grupo de intelectuales y literatos que buscaban una apertura y renovación en el quehacer poético, junto con Salvador Novo, fundó el grupo Ulises, nombrado así como un homenaje a James Joyce; utilizan la asociación inconsciente de ideas y con una perspectiva un tanto existencialista, Villaurrutia contempla la nada siempre acechante, donde la muerte es un tema recurrente en sus poemas.
Como dramaturgo se distinguió por el carácter experimental de sus obras, participó en la organización de varios grupos teatrales; incursionó en la crítica y el ensayo así como en la adaptación de guiones cinematográficos. Fue en general, un crítico e impulsor de las artes en México.
Participó también en la creación de una antología de poesía mexicana que salió con el nombre de Contemporáneos, nombre que también tomó este grupo de poetas y de los que Alí Chumacero, hace referencia diciendo que fue un órgano “en cuyas páginas congregaron sus aspiraciones, dio el salto y, a veces de manera funambulesca y en ocasiones con el acierto que presta el acaso de la aventura, arrancaron la poesía de un molde que, por común, empezaba a proliferar en escritores de parco relieve.”
Hoy recordamos a Xavier Villaurrutia con un gabinete de curiosidades inspirado en sus poemas, aprovechamos también para mostrar aquí una pequeña muestra de su obra.
SONETO DE LA GRANADA
Es mi amor como el oscuro
panal de sombra encarnada
que la hermética granada
labra en su cóncavo muro.
Silenciosamente apuro
mi sed, mi sed no saciada,
y la guardo congelada
para un alivio futuro.
Acaso una boca ajena
a mi secreto dolor
encuentre mi sangre, plena,
y mi carne dura y fría,
y en mi acre y dulce sabor
sacie su sed con la mía.