Fujigaki
Con la sutileza que su propia iconografía le permite, la obra de Fuji reúne dos ideas que no se encuentran del todo alejadas entre sí: la prisión entendida como un laberinto que se encuentra poblado por seres –en su mayoría malignos– que a su vez encarnan personajes de la vida carcelaria y la administración de justicia en este país que depende mucho de sus interminables senderos y callejones sin salida. Fuji es un personaje que conoce bien la extensión interminable de estos falsos atajos. No es raro que la disposición geográfica de una cárcel sea intencionalmente laberíntica. Situadas en los extremos cardinales de la ciudad, su difícil acceso es confuso y en ocasiones desalentador. Así se han pensado y dispuesto. Su salida además de compleja es en ocasiones un auténtico nudo ciego.