El Corsé
¡uién fuera su corsé, me dije entonces
quién fuera su corsé de blanco raso,
para saber si late,
si late aún, su corazón ingrato!
Ismael Enrique Arciniegas
El rol de la corsetería es modelar la figura e imponer las formas a la moda, se usa esencialmente para transformar tres partes principales del cuerpo: la cintura, el busto y las caderas, esta categoría incluye ropa interior como: corsés, fajas, guêpières, bustiers, miriñaques, panniers y crinolinas.
Estas prendas están hechas con refuerzos internos que oprimen y controlan al cuerpo, el tipo de materiales que usan son resistentes como las barba de ballena, el junco, el acero y ciertos materiales elásticos. En un principio se usaban sobre la ropa, después lo usaron sobre la lencería.
Esta prenda trajo consigo muchas críticas ya que por un lado había gente que apoyaba su uso, decían que era un símbolo de la moralidad de la mujer, dado que su postura física evocaba un comportamiento recto. Por el otro, estaban los médicos, higienistas y posteriormente las feministas, que acusaban a los diseñadores y a los fabricantes de pretender encarcelar el cuerpo femenino en un aparato poco natural capaz de causar daño físico. Aún teniendo estas dos premisas, dicha prenda seguía usándose, pues de alguna forma le permite ocultar los defectos que la mujer veía en su cuerpo y acentuar sus virtudes, todo esto como bien decían los médicos, se pagaba con dolencias.
En otras épocas la vestimenta de la mujer era diferente, por ejemplo en la civilización romana estaba en contra de las curvas, ya que en esta época la mujer no ocupaba un papel significativo y se les prohibía revelar sus rasgos morfológicos, inclusive existían tratamientos para evitar un busto demasiado desarrollado. En la Edad Media la moda era tener una silueta delgada, durante los siglos XIV y XV prevalece un culto a la delgadez por medio de prendas interiores muy ceñidas, las cuales aplastan los senos y acentúan tanto la curva de la parte de abajo de la espalda como el estómago.
Para el siglo XVI el traje europeo está marcado por un rigor particular de origen español, las prendas se vuelven voluminosas especialmente en la parte inferior, el uso de bloomers, un tipo de ropa interior, daban forma a los muslos y al trasero.
A lo largo de todo el siglo XVII, la silueta de la mujer fue moldeada por las prendas de ropa interior, como el corsé y el guardainfantes. En la época rococó la parte superior del corsé fue bajando hasta dejar el pecho parcialmente descubierto. El corsé ya no comprime todo el torso, por el contrario subía el pecho, solo se asomaba entre un delicado remate de encaje en la parte del escote.
Las prendas tan complejas como ésta normalmente eran fabricadas prohombre. Durante la época medieval se había establecido en Francia un gremio de sastres y desde entonces, cada especialidad dentro de la profesión quedó estrictamente regulada. Aunque en la segunda mitad del siglo XVII había surgido una campaña de mujeres modistas, Les Maîtresses Couturières, dedicada a la confección de prendas femeninas, generalmente fueron los sastres (hombres) quienes confeccionaron los trajes de la corte durante todo el siglo XVIII. Los hombres también fabricaban los corsés femeninos, ya que precisaban unas manos fuertes para coser las varillas al rígido material del corsé.
Hacia finales del siglo XVIII seguía el rechazo por el corsé, Jean-Jacques Rousseau abogó por un retorno a la simplicidad, también se escribieron textos como el folleto de Bonnaud de 1770, La degradación de la especie humana por el uso de los cuerpos con ballenas; que explicaba los cambios a los que se veía expuesto el cuerpo por el uso del corsé. A pesar de esto, la moda dictaba que las cinturas debían ser pequeñas, un busto abundante y el uso de faldas amplias.
Tiempo después hubo cambios en la moda, la silueta se volvió más recta: de usar el painner ahora se usaba el polisón, el cual poco a poco fue desapareciendo. Con esta premisa, es que en Francia nació una nueva tendencia, con un nuevo estilo más delgado que introdujeron las mujeres elegantes conocidas como Les Merveilleuses (las maravillosas), entre las que se encontraban Madame Récamier y Madame Tallien.
En 1800 todavía se requería un corsé para reducir curvas; los corseteros más conocidos era Lacroix y Furet y el estilo Primer Imperio, con los senos separados, fue introducido por Luis Hipolito Leroy. El corsé a la Ninon, acolchonado hasta la cintura, pretendía crear una figura amplia, marcada por un retorno a la mujer regordeta, ideal promovido por la política imperial.
El corsé divorcio (denominado así porque separaba los senos) se introdujo en 1816 y continuó con la tendencia de senos separados. La cintura descendió a su posición natural, acentuándose en el periodo romántico con corsé atado.
Alrededor de 1865-1870, la silueta se hizo menos voluminosa. El polisón o vagabundo parisino marcó la curva de la parte baja de la espalda y permitió que los pliegues de la falda se mantuvieran atrás. El frente era muy plano, debido a un corsé alto que contenía al busto. Estos corsés, reducían la cintura, daban al cuerpo femenino la figura de reloj de arena.
Fue una época de grandes debates acerca de los efectos benéficos o nocivos del corsé, derivados de un debate aún mayor acerca de la condición injusta en la que se mantenía a la mujer.
Para la década de 1880, el frente del cuerpo estaba más marcado, gracias a los corsés con varillas metálicas que disminuyen el estómago y apretaban el busto y las caderas. De 1880 a 1905, el cuerpo de la mujer adquirió por estos medios la forma de una “S”: el busto se proyecto al frente, mientras las caderas y las nalgas se hicieron hacia atrás. En este periodo y hasta principios del siglo XX, la cintura de las mujeres elegantes no debía sobrepasar los 45 centímetros de circunferencia, esto hacía que el uso del corsé fuera completamente necesario, causando, en numerosas ocasiones, desmayos, desvanecimientos y problemas respiratorios y digestivos.
En respuesta a este tipo de figura, Dr. Franz Glenard, médico y fabricante de corsés junto con Inés Gaches-Sarraute, introdujeron un nuevo tipo de corsé para dar al tórax más libertad. Este modelo sostiene el abdomen sin apretarlo, a la vez que liberaron el pecho y el diafragma.
A finales del siglo XIX, las autoridades de varios países se declararon abiertamente en contra del uso del corsé. Al mismo tiempo en Inglaterra se buscaba el derecho al voto de las mujeres, que buscaban la igualdad de derechos.
El periodo que va de finales del siglo XIX hasta la I Guerra Mundial, hizo una transición a la moda femenina. Este periodo fue testigo de un cambio espectacular: del atuendo artificioso del siglo XIX con prendas interiores estructuradas, a los estilos del siglo XX que buscaban la expresión del cuerpo femenino tal como es en realidad. Marcel Proust en su libro En busca del tiempo perdido, captó y describió la importante transición que vivió la estructura de la ropa interior femenina.
Los importantes avances que datan de esta época fueron la silueta en forma de “S” y el traje sastre para mujeres. Los fabricantes de ropa interior idearon nuevos tipos de corsé para conseguir las diminutas cinturas que este estilo requería.
La nueva silueta tenía una cintura alta, el busto disminuido y las caderas estrechas, dando a la mujer una apariencia de tubo. Aunque este nuevo estilo marcó el fin de la cintura atada con fuerza, las caderas rectas y las nalgas planas exigen el uso de un corsé plano y rígido en el frente llevando a la altura de las caderas. Gracias a la invención del sostén, se restauró la suavidad del busto.
La delgadez siguió siendo la regla, de acuerdo con la revista Vogue de 1922 “ la búsqueda de la delgadez es uno de los principales trabajos de la mujer moderna”. Conscientes de estos cambios, los modistos Paul Poiret, Madeleine Vionnet y Nicole Groult, contribuyeron a abolir la figura sinuosa. Sus innovaciones coincidieron con el auge de danzas latinas y norteamericanas como el tango o el charleston, que implicaba mayor movilidad, así como el surgimiento de una clase media trabajadora.
En 1920, las mujeres usaban un tipo de vestido hasta la rodilla en el que los senos y la cintura desaparecen. Con la llegada de la faja en 1930, se reemplazó al corsé, se fabricó con un material elástico que se ciñe con fuerza en torno a la cintura, las caderas y en ocasiones , los muslos.
La Primera Guerra Mundial cambió de forma rápida y completa los antiguos sistemas y valores sociales que habían empezado a resquebrajarse ya a finales del siglo XIX. La sociedad cambió, las mujeres dejaron de estar solo en el hogar para participar en el mundo en general, rechazaron el corsé y buscaron prendas más funcionales. los diseñadores de moda, pusieron gran empeño en crear nuevos tipos de indumentaria.
Datos curiosos:
Durante la época de la Revolución Francesa las mujeres ya no usaban el corsé ni guardainfante, y el rumbo de la moda cambió radicalmente, pasando del rococó a un estilo racional y neoclásico. Hacia el año 1804 se empezó a utilizar un nuevo tipo de corsé sin ballenas, menos rígido; así pues esta prenda se convirtió de nuevo en parte indispensable del vestuario femenino.
La cintura estuvo de moda desde finales del siglo XVIII, pero volvió a su posición natural a mediados de la década de 1820. Por ello cobró importancia poseer un talle esbelto, y de nuevo surgió la demanda de corsés. Desde entonces la obsesión por una cintura pequeña fue en aumento, y el corsé, siguió hasta principios del siglo XIX.
Información:
https://fido.palermo.edu/servicios_dyc/proyectograduacion/archivos/1715.pdf
https://www.palaisgalliera.paris.fr/fr/collections/les-collections
* Barbier Muriel; Boucher Shazia;Lencería; Editorial Edimat;