“Durante ese sueño siempre creí que yo era una de sus pinturas…”
Una historia más de El Museo de las Relaciones Rotas.
Me hallé perdidamente conmocionada sin conocerle luego de husmear en su blog. Todos esos dibujos y pinturas sellados con su rubrica me hicieron viajar a lugares extraordinarios, magníficos y desconocidos.
No pude evitar hablarle, y de la charla; me hice adicta al misterio que encerraban sus expresiones.
Le conocí tiempo después en un lago, aún era un niño siete años menor pero que, con su arte; había vivido tal vez 100 años más que yo.
Le amé profundamente, le entregué todo de lo que era capaz, le aprendí mil modos de sentir, de pensar, de sonreír, de amar y de vivir, y le enseñé otros tantos.
¡Vaya que tres meses fueron una eternidad a su lado! Aprendí más de lo que había podido hacerlo durante mi vida entera.
Luego de haber dañado este cuadro involuntariamente, logró restaurarle de un modo prodigioso; el cual atribuyó a mi presencia en su vida. Lo llamó “Un milagro” y me lo obsequió la Navidad de 2013 junto a un árbol de la suerte.
Él decía que yo le había liberado de sus ataduras, que lo había sacado del hoyo donde se encontraba sumido y que este cuadro representaba ese milagro que yo había producido en su vida.
Dos semanas después de obsequiarme el cuadro, nuestro “mundo feliz” se disipó y nos dimos cuenta que habíamos estado viviendo en un sueño, tal vez en uno de aquellos cuadros que él había dibujado, quizás en todos.
Durante ese sueño siempre creí que yo era una de sus pinturas, al despertar; me di cuenta que había sido sólo un pincel.
Ahora, para mí, este cuadro representa el milagro del amor. Ese que, con inspiración y fe siempre podemos restaurar.
Me desprendo del “cuadro” con mucha tristeza, sin embargo; lo dejo ir para que otros tengan la oportunidad de perderse en él y contemplar la belleza del alma. Las cosas hermosas del mundo no deben permanecer enjauladas. Deben volar. Siempre pensé que sus obras debían exhibirse para que más personas tuvieran oportunidad de viajar como yo lo hice y enamorase así, de la esencia del ser.