Desde que me había quedado en casa por el confinamiento soñaba cosas chistosas, locas y tristes. Mi mamá me había dicho que escribiera todo lo que estaba soñando en esta cuarentena porque así tendría un recuerdo muy lindo de la pandemia, así que escribía todo lo que soñaba pero me eran tan geniales todos los lugares a los que iba en mis sueños que había pensado que sería mejor dibujarlos. Una tarde, en un cajón me había encontrado con muchos portarretratos de madera y había pensado en poner algunas fotos allí pero recordé mis sueños y decidí dibujar en cada portarretratos todas las ciudades y paisajes naturales que nunca quería dejar de ver porque en la vida real no existen. Entre todos los portarretratos hay uno que es muy significativo para mí: es una cuidad tipo gótica que había recorrido con mi mejor amigo que murió a principios de la cuarentena y él no paraba de decirme que esa era mi cuidad ideal, por la arquitectura. Es fue el último sueño que tuve con él y cada que veo ese portarretrato sonrío mucho.

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