La mesa de nuestra cocina es la mas solicitada en casa, en ella mi esposo ha preparado miles de recetas, muchas de ellas de su autoría, esto no es raro para un Chef. Durante la pandemia mi hija que vive en Nueva York volvió a casa para estar mas segura y en familia, mi hijo de 17 años estaba comenzando una carrera como modelo, tenía en puerta la invitación a un desfile en Ciudad de México y otro a Francia; pero todo se detuvo. A partir de el momento en que por las noticias anunciaron el confinamiento, en ese momento la mesa de la cocina se convirtió en nuestra aliada; fue testigo de la primera historia de amor de mi hija y también de su primer corazón roto. Testigo de confesiones que como madre ya imaginaba pero no creí alguna vez escuchar, esa mesa ha visto como mi dulce adolescente me ha dado la mano para bailar pegadito muy pegadito, las innumerables noches cantando con mi hija artista, mi esposo cocinando y enseñado a los chicos su amor por la cocina, ahora saben hacer chiles en nogada, pulpo en su tinta, fondue. En esa cocina y en nuestra querida mesa se cierran olores, sabores, historias, risas, llanto y mucho amor. Estar encerrados con estos tres seres humanos maravillosos es lo mejor que la vida me ha dado aunque también hemos rezado por todos aquello que han enfermado, por los que han perdido un familiar y por los que no tienen la fortuna de tener una mesa como la mía.