Es una muñeca lele que recibí de una comunidad de artesanos indígenas, al entregar una despensa solidaria.

Ha marcado mi Cuarentena, por un lado, porque el trueque nunca había formado parte de mi forma de consumo y por otro, porque en mi vida pre-contingencia no había experimentado la gratitud de una manera tan consciente, por las cosas cotidianas que daba por hecho, dese el agua caliente hasta un paquete de sopa de reserva.

Miguel siempre será un recordatorio de la importancia que la gratitud ha cobrado en mi vida.

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