Siempre admiro mucho el trabajo y la fortaleza de mis padres, ellos no viven en la CDMX con nosotros, se mudaron a Querétaro después de jubilarse para seguir trabajando en sus sueños y seguir disfrutando la vida, sin embargo, todo cambio cuando se enfermaron de lo que pensamos, pudo ser… pues todos los síntomas coincidían, yo de inmediato pensé irme con ellos y cuidarlos, sin embargo, su fortaleza resaltó más que nunca, no permitieron que fuéramos, a pesar que cuando se fueron podría haber sido la última vez que nos viéramos; entonces fue que entendí que su amor por nosotros, pues al sentirse de esa manera, no querían vernos contagiados; el acuerdo fue que solo nos comunicaríamos por mensajes debido a que llego un momento que su tos no les permitía pronunciar dos palabras que pudiéramos entender. La espera fue implacable, cuando comenzaron a mejorar, tuve inspiración, pinte con acuarelas a todos los integrantes de mi familia, mi favorito el de mamá, dar color a su retrato al tiempo que su salud mejoraba, me devolvió la esperanza que perdí cuando peor los escuchaba, pues como ellos siempre me dicen “el tiempo que disfrutas; es el que realmente se vive”.