El sueño de mi vida ya tenía fecha para volverse realidad. A inicios de año leí que el 2020 no era un buen año para casarse pero cuando la fecha ya está programada y a días de realizarse no hay mucho que hacer. Yo me quería casar el sábado 21 de marzo, en mi mente el inicio de la primavera era el día perfecto para realizar una boda en Cuernavaca sin embargo mi entonces prometido creía que sería un día muy caluroso así que él propuso el 25 de enero. No sé como logró convencerme y nos casamos justo a tiempo antes de que la pandemia tocara México. Como si de un presagio se tratara el 21 de marzo se cayó una de las piedras que tenía mi anillo de compromiso. Lloré muchísimo, mi preciado anillo estaba “chimuelo”. Para hacerlo más complicado el 23 de marzo inicio la cuarentena y por obvias razones no iba a poder arreglarlo. Así que aquí esta mi anillo de compromiso sin una piedra, no es fácil verlo así pero el anillo mas allá de un objeto es un símbolo y lo importante es lo que representa. Hoy tras varios días de confinamiento con el amor de mi vida, mi anillo de compromiso me recuerda lo afortunada que soy. Sin importar la fecha en la que me casé lo importante radica en lo que dije en mis votos ese día “mientras estemos juntos en presencia de Dios ahí será nuestro hogar” .