La ingravidez y sus proverbios es un laboratorio de propulsión que bajo la mirada telescópica y tutela de los excluidos, se vuelve un espacio en cuya superficie levitan múltiples núcleos de significaciones y relatos que para nosotros, los examinadores, nos son imposibles de alcanzar.
Es fácil decir que todo lenguaje atado al delirio se resuelve y concluye en quimeras. No obstante, estos discursos son en muchos sentidos la cartografía que señala y nos conduce por lo que nos es ajeno, porque somos torpes y desconocemos la ascensión. Somos personajes esencialmente pedestres.