Viernes Santo

Viernes Santo

Por Ignacio de Lascurain

A las tres de la tarde suenan las campanadas de luto en todas las iglesias anunciando que Dios ha muerto y todas las imágenes sacras se cubren con telas moradas. Este es un día de penitencia, sacrificio y ayuno. Al caer la tarde se celebra el oficio de tinieblas. En esta ocasión el celebrante viste de rojo, simbolizando sangre, expiación y dolor. En este día Dios no está en el mundo. Cuentan las leyendas populares que hoy los espíritus demoniacos se regocijan, pues en este día el Diablo reina sobre la Tierra.

Hoy las calles de millares de pueblos y ciudades alrededor del mundo se ven cubiertas de lúgubres y oscuras procesiones. En México se oyen estridentes canciones de penitencia en todos sus rincones. Se ven hombres cargando imágenes mutiladas y ensangrentadas; alguno que otro flagelante y algunos otros hombres descalzos arrastrando cruces de madera, sobre las cuales serán simbólicamente crucificados en la decimotercera estación del vía crucis, según la nueva disposición de las estaciones. Y en efecto, probablemente lo primero que se nos viene a la mente en esta fecha es el vía crucis, que desde el siglo IV, en tiempos del emperador Constantino, hacer el camino de la cruz se convirtió en la meta de muchos de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén.

Cabe también mencionar también que en esta fecha, en México, se lleva a cabo uno de los espectáculos de devoción religiosa más espectaculares del mundo: el vía crucis de Iztapalapa. El día de hoy la muerte y pasión de Cristo se representa por centésima septuagésima segunda ocasión en dicha entidad de la Ciudad de México con un multitudinario vía crucis, al cual acuden alrededor de 2 millones de feligreses anualmente.

El Viernes Santo nos muestra la cara oscura de la muerte. Desde entonces el viernes es el día maldito, sobre todo cuando cae en día trece, pues trece se sentaron en la mesa de la Última Cena y fue el viernes el día en el que aquél que fue traicionado murió. Desde entonces relacionamos esta fecha con cruces de madera; con flagelaciones, látigos y coronas de espinas; con el morado y el rojo; con clavos, dolor y sangre; y, en fin, con el sacrificio, la expiación y la condena a muerte.

 

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