La cocaína medicinal

La cocaína medicinal

“Yo consumía cocaína
frecuentemente… había sido el primero
en recomendar su uso, pero
esto me trajo muchos reproches de mis colegas”
— Sigmund Freud, La interpretación de los sueños

La benzoylmethyl ecgonine, sustancia química nombrada coloquialmente cocaína, no tuvo siempre la estigma social con que ahora vive. En sus inicios no causaba problemas político-económicos a las naciones por su tráfico pues no era una sustancia ilegal, sino un conocido fármaco recomendado por las grandes mentes científicas de la época. Ya fuera para terminar con el cansancio, operar los ojos o aliviar dolores de muela, la cocaína marcó una pauta de comportamiento importante dentro de las sociedades europeas de finales del siglo XIX y principios del XX, que con tanta emoción comenzaron a autonombraban “modernas”. Fue por el descubrimiento de la sustancia, de la mano con en sentimiento de progreso y modernidad que Sigmund Freud realizó su famoso estudio Über Coca (Sobre la coca: 1884), y el farmacéutico John S. Pemberton creó la refrescante bebida tomada cotidianamente: la Coca-Cola.

El extracto se obtiene a través de un proceso químico al cual se someten las hojas de la planta de coca, conocida y utilizada ritualmente desde tiempos incaicos. Pasada la conquista europea, la planta fue introducida al viejo continente cerca de 1750 con el conocimiento de sus efecto, pero no fue hasta un siglo después que Albert Niemann pudo aislar el alcaloide que los causa. Al principio su uso fue para tratar a adictos a la morfina (droga recientemente descubierta que se recetaba indistintamente a soldados heridos o amas de casa cansadas), pero pronto las propiedades anestésicas de la cocaína empezaron a deslizarse al campo de la medicina común, sobretodo en Alemania.

Para 1880 la noticia de la sustancia milagrosa había llegado al continente americano. En este año se incluye la cocaína en las listas de farmacopea de Estados Unidos y comienza la explotación de la plata. Esto sucede por la incentivo que hubo gracias a la publicación de un resumen del estudio del psicoanalista del subconsciente austriaco por parte de la Universidad Michigan. En dicho resumen se habla de la utilización de esta droga por los colegas del austriaco en operaciones de córnea, y como anestesia intravenosa local. En cierto momento del estudio de Freud, las descripciones de los efectos de la droga son tan precisas y las alabanzas tan grandes que se vuelve lógico deducir su adicción a dicha sustancia. Incluso llegó a afirmar que su consumo no causaba ningún daño físico o mental.

Pero poco a poco, expertos y compradores comunes empezaron a notar las consecuencias de consumir cocaína. Tan sólo cinco años después de su permisión en Estados Unidos, grandes científicos como Ernst Fleischl von Marxow (psicólogo), Louis Lewin (farmacólogo) y Emil Erlenmeyer (químico), empezaron a publicar en contra de su uso. El cambio radical de actitud les vino por sufrir las poderosas consecuencias de la adicción a esta droga y su síndrome de abstinencia.

Por otro lado, mientras los científicos empezaban a considerar los daños de la sustancia, la industria alimenticia comenzaba a aprovecharse de sus ventajas. El farmacéutico John S. Pemberton inventó una bebida energizante que contenía 9mg de cocaína. La bebida era la Coca-Cola, aunque la historia oficial de la compañía multinacional niega que esto haya ocurrido. Las ventas subieron como cohetes, pero los estragos que dejaban a su paso hicieron que en 1903 la cocaína la sustituyeran por cafeína, la base que contiene hoy en día.

La industria farmacéutica no se quedó atrás en esta carrera: aunque muchos científicos hablaban de las ventajas al operar y anestesiar, no se dejaron de lado los usos caseros. Por ejemplo, el doctor Paolo Mantegazza quien patentó la droga en Italia, anunció su utilidad en “una lengua saburral en la mañana, flatulencia, el blanqueamiento de los dientes”. También decía curar dolores de garganta y muela. Se vendían en farmacias locales en varias presentaciones: polvo, pastillas, roca y hasta en solución intravenosa con agujas incluidas.

Parece que cada personaje quería crear su propio producto. Cuando todavía la sustancia era legal el italiano Angelo Mariani creó el Vin Mariani, un vino con cocaína disuelta para darle un giro al efecto del alcohol. A parte de tener propiedades terapéuticas, fue de gran popularidad entre los bohemios de la época. En España, años después de su prohibición, aparecieron productos de belleza como el perfume Cocaína en Flor, que se anunciaba como misterioso, sensual, lo cual no lo hace apto para jóvenes doncellas sino para mujeres fuertes y dominantes, tipo de mujer no muy aceptado por la rama conservadora de la sociedad.

Aunque las mujeres se sintieran sensuales y los bohemios entendieran su mundo, poco a poco se empezaron a restringir los usos de la cocaína en diversas áreas industriales porque los argumentos en contra de su consumo eran mucho mayores que los que había a favor: primero se eliminó de alimentos y bebidas pues se creó una ley de pureza de los mismos, después médicamente (ahora sólo es legal en casos especiales en Alemania) por los problemas de adicción, y finalmente se logró que se volviera una sustancia ilegal completamente aunque se siguió considerando un vicio lujoso en la aristocracia europea.

Texto por Mariana Lorenzano

 

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