El Chicle

El Chicle

La historia de una manía o de una costumbre

Una vez, Paramahansa Yogananda, líder espiritual proveniente de la India, quien trajo la Yoga al occidente en 1920, llegando a la febril y urbanamente palpitante Ciudad de Los Ángeles, California  –terreno difícil para la enseñanza de tan profunda disciplina- expresó con el sutil humor que caracteriza a las grandes almas: Si el señor Adams ha logrado convencer a todo el mundo a masticar goma de mascar, yo voy a lograr con los mismos medios a que todo el mundo medite y practique Yoga.

Una de las cosas más admirables de este maestro de la meditación es que utilizó la estrategia comercial de aquellos tiempos para difundir sus conferencias y pláticas: compraba desplegados en periódicos, hacia volantes, carteles y anunciaba el evento justo afuera del teatro, el cual repletaba de gente proveniente de todas las latitudes sociales, obreros, empresarios, damas de la alta sociedad, campesinos, científicos y caballeros de alta alcurnia. Actualmente existe una asociación en su nombre que se extiende a nivel mundial.

Si nos damos cuenta, el masticar chicle es una costumbre muy extraña que con seguridad tiene que ver con la manía oral similar a la costumbre de fumar. La mandíbula es el músculo más fuerte del cuerpo y a través de ésta se manifiesta la tensión y el estrés. Pero vamos a remontarnos en el motor de la historia para relatar lo que pudo haber sucedido.

La historia de la goma de mascar, como actualmente la conocemos, se remonta al expresidente de México, Antonio López de Santa Anna, en cuyo exilio en Nueva York al terminar su mandato, conoció a Thomas Adams, ingenioso inventor y fotógrafo, a quien le expresó la idea de comercializar el caucho proveniente del árbol del chicozapote en Yucatán. Pronto el señor Adams puso manos a la obra y fabricó juguetes, llantas, máscaras, incluso botas con aquel material, sin obtener el éxito esperado y abandonando decepcionado el proyecto.

Pero la inspiración vino el día que visitó una farmacia y vio como una niña pedía una cera parafinada para masticar. Fue así como Adams comenzó a procesar el material que tenía, lo suavizó, lo mezcló y dividió la masa en pequeños cuadritos. El producto era insípido hasta que unos años después se le incorporaron los sabores de Tutti-Frutti, menta, canela y comenzaron a ofrecerse en forma de multicolores bolitas en expendedores del metro de Nueva York.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los soldados popularizaron su uso en Europa y pronto se extendió alrededor del mundo hasta convertirse en el símbolo del inconformismo y la rebeldía juvenil. A la muerte acaecida en 1905 de Thomas Adams, los hijos consolidaron el negocio y actualmente fue adquirida por un consorcio internacional británico para formar la empresa Cadbury Adams.

La palabra chicle proviene del náhuatl tzicli que es el nombre del árbol de donde se extraía el material con el que se elaboraba la goma de mascar.  Actualmente, los chicles se elaboran con materiales sintéticos y uno de los fines máximos es hacer bombas, para las cuales la goma ha sido un objeto de estudio durante largos años.

¿Qué si el chicle es perjudicial para la salud? Todo en exceso es malo, pero en realidad no es malo de por sí. Alivia la ansiedad, mejora la concentración y reduce el estrés. Quita las náuseas, evita las caries y combate la acidez estomacal.

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